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Pasar una noche entera sin pegar ojo dispara los niveles de dopamina en nuestro cerebro. Y esta sustancia, ligada a la sensación de euforia y placer, se encarga de compensar la falta de sueño espabilando rápidamente a nuestras neuronas.
Para llegar a esta conclusión, Nora Volkow, directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos, ha estudiado los cambios experimentados por el cerebro de varios sujetos sanos tras pasar una noche en vela. Y ha comprobado que la falta de sueño aumenta la cantidad de dopamina en dos estructuras cerebrales: el estriado dorsal, implicado en el deseo y la motivación, y el tálamo, relacionado con el estado de alerta. De esta forma, asegura, podemos permanecer despiertos a pesar de la falta de descanso.
Sin embargo, al final trasnochar pasa factura. Según explica Volkow en el último número de la revista The Journal of Neuroscience, el aumento de dopamina no sólo no compensa el bajo rendimiento cognitivo que se produce tras una o varias noches en blanco, sino que incluso reduce la capacidad de atención y la memoria.
La investigadora también subraya que ciertos estimulantes como las anfetaminas tienen un efecto similar a la vigilia, ya que aumentan la cantidad de dopamina en el cerebro. Por otra parte, la hipersomnolencia característica de los enfermos de Parkinson podría explicarse por el deterioro de las neuronas segregadoras de dopamina asociado a este trastorno neurológico.
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