Temperatura y sentimientos

La sencillez de nuestro entorno oculta gran parte de los elementos que dan sentido a la vida. El simple hecho de tener las manos frías o calientes modifica nuestra apreciación de los demás.

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La percepción que tenemos de los demás en un determinado momento puede depender de algo tan sencillo como llevar en la mano una bebida caliente o fría, según un estudio publicado hoy en la revista Science.

Los resultados de los experimentos muestran que los sujetos que tienen en las manos una taza de café caliente durante unos minutos juzgan a primera vista a un extraño como una persona más amable y generosa, y exhiben más confianza hacia a ella, que aquellos que sostienen un vaso de café con hielo. Lawrence Williams, coautor del estudio y profesor de Mercadotecnia en la Universidad de Colorado, asegura que este nuevo nexo entre el mundo físico y psicológico podría tener implicaciones a la hora de dirigirse a los consumidores. Por ejemplo, concluye, la mejor manera de establecer una relación con un posible cliente en un día frío sería ofrecerle una bebida o una galleta caliente.

Por si esto fuera poco, Williams y el psicólogo John Barg han comprobado que la temperatura de las manos también puede alterar nuestro comportamiento. En un segundo ensayo, los investigadores entregaron unas vendas terapéuticas frías o calientes a una serie de sujetos, para que las sostuvieran en sus manos y evaluasen el producto. Como recompensa por haber participado en el estudio, podían elegir entre un regalo para un amigo o para ellos mismos. Los resultados mostraron que aquellos que habían sostenido las vendas calientes solían elegir un regalo para los demás. "El calor físico puede hacernos ver a los demás como personas más cálidas, pero también nos vuelve más generosos y cálidos", explica Bargh.

El poder de la temperatura sobre nuestro comportamiento tiene una base neurocientífica. Estudios recientes de neuroimagen, recuerda Bargh, revelan que tanto la sensación de frío y calor físico como ciertos trastornos de personalidad que nos impiden cooperar y confiar en los activan la misma zona del cerebro: la corteza insular.