'The Bank Job': un misterio dentro de un enigma



The Bank Job patina en diferentes niveles de espionaje, delincuencia e hipocresía oficial, en que hasta la Corona trata de encubrir indiscreciones de la Princesa Margarita en la isla de Mustique. A ratos, el filme muerde y mastica más de lo que puede digerir en sus 110 minutos. Al terminar, persiste la curiosidad de entrar más a fondo en lo que el guión sugiere.

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De Rififi a Big Deal on Madonna Street, en serio o en broma, el robo a través de túneles o pasadizos es género cinematográfico muy agradecido. The Bank Job lo atornilla con elementos de realismo. Es dramatización de un caso verídico, sucedido en el Londres de 197l.

Los ladrones creen ir en busca de dinero y joyas, pero odedecen a un plan del Servicio Secreto para apoderarse de fotos comprometedoras de miembros del gobierno y la familia real, muy peligrosas si cayeran en manos de chantajistas. Además, por sorpresa y de contra, en la bóveda aparece un diario confirmando sobornos a policías corruptos.

El robo se conoció en la prensa con el apodo de ''Walkie-Talkie'', porque ese fue el sistema de comunicación empleado para dar órdenes a los bandidos desde la azotea de un edificio cercano. Un radioficionado captó las señales y avisó a las autoridades. El problema fue localizar a cuál de los bancos se referían, de entre los seis o siete situados en la zona céntrica.

El guión de Ian La Frenais y Dick Clement adereza los hechos con datos personales de los miembros de la banda. Inventados, porque en su mayoría escaparon de la justicia con pasaportes y permisos de salida a cambio de su silencio acerca de lo que encontraron. El director Roger Donaldson manipula el montaje con celeridad vertiginosa y absorbente profesionalismo.

Saffron Burrows es la figura clave. Martine recluta el grupo a través de sus contactos con el hampa y Jason Stratharn los capitanea. Ni ellos ni sus secuaces saben que la cajita 118 abrirá política caja de Pandora. El reparto de competentes actores británicos le da igual convicción a perseguidos y perseguidores, con especial atención a David Suchet como el mini-Zar de los depravados.

The Bank Job patina en diferentes niveles de espionaje, delincuencia e hipocresía oficial, en que hasta la Corona trata de encubrir indiscreciones de la Princesa Margarita en la isla de Mustique. A ratos, el filme muerde y mastica más de lo que puede digerir en sus 110 minutos. Al terminar, persiste la curiosidad de entrar más a fondo en lo que el guión sugiere.

Un comentario final anuncia que han cambiado nombres y detalles ''para proteger a los culpables''. Y eso, treinta y tantos años después de los acontecimientos. No importa la confusión en que nos dejan, aquí hay suficientes enigmas para convertir al espectador en detective de luneta.

Fuente:RENE JORDAN
Especial/El Nuevo Herald

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