El estrés acelera el envejecimiento


Si queremos mantenernos vitales y retrasar el envejecimiento habrá que aprender a equilibrar nuestras reacciones hacia el estrés. Sin olvidar que sentir algo de “angustia” es parte del ser humano. Si no, con qué fuerza interna se enfrentaría un investigador a un público, o un corredor ganaría una competición, o cualquiera de nosotros se afanaría contra los embates de la vida diaria. Vivir sin algo de tensión sería como comer un pan sin sal.

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Pero primero hablemos un poco del cortisol o hidrocortisona, conocida también como la hormona del envejecimiento. Es la más abundante en nuestro torrente sanguíneo y proviene de la corteza de las glándulas suprarrenales. En un individuo sano los niveles de cortisol varían a lo largo del día. Participa en la síntesis de proteínas en hígado y en sangre, además es primordial en los balances de glucosa y ácidos grasos como fuentes de energía. Siempre alerta para participar en algunos procesos alérgicos.

Sin embargo, cualquier situación de excesiva tensión provoca una gran liberación de ésta. Los niveles demasiado altos desembocan en diversas alteraciones metabólicas que son la antesala de problemas cardiovasculares. Daña las fibras de colágeno y elastina en piel, dando como resultado arrugas, acné y caída de pelo. Aumenta los radicales libres y disminuye la inmunidad. Y qué decir del decremento de la memoria y la capacidad cognitiva. Al sentirnos bajo presión no es fácil tomar decisiones.

Así que la próxima vez que nos enfrentemos a una situación de estrés, intentemos cualquiera de las dos tácticas de “la liebre en peligro”. De acuerdo con Vitus B. Dröscher, zoólogo y autor entre otros libros de Sobrevivir (Planeta), este pequeño animalito es un maestro en el dominio del estrés.

Al aproximarse un depredador, la liebre se queda quieta en espera de no ser vista. Su corazón late a gran velocidad y sus músculos se preparan para la huída. En la mayoría de los casos, esto es un éxito para la liebre. A pesar de que el cazador se haya alejado, ella corre en círculos a gran velocidad, como si la persiguieran, para “soltar la adrenalina”.

La otra reacción que puede tener, bajo la misma situación, es quedarse quieta y llevar sus latidos cardiacos a casi la mitad. Como si razonara, logra un estado de tranquilidad parecido al de un yogui que practica meditación y respiración profunda. En ambos casos evita exitosamente los daños por acumulación de las hormonas del estrés y el envejecimiento.

Tal vez no será fácil salir corriendo en mitad de una reunión de trabajo o una discusión, aunque si podemos hacerlo, hagámoslo. Y lo mejor será darle la bienvenida a cada día con una sonrisa, y de manera habitual practicar respiraciones profundas y estiramientos tres o cuatro veces al día por dos o tres minutos. Es un reto aprender a vivir en armonía con el estrés en nuestra sociedad moderna, así que una actitud positiva nos mantendrá jóvenes y en pie de lucha por muchos años.

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