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"Imagina a alguien que hace desaparecer un objeto o predice con éxito lo siguiente que vas a hacer. Estos trucos parece que desafían las leyes de la física y la lógica, pero en realidad están creados mediante la combinación de habilidad y un profundo conocimiento de la psicología humana", señala Kuhn.
Un ejemplo claro es la ilusión de la bola que desaparece. En este truco, el mago lanza una bola roja en el aire dos veces y en el tercer lanzamiento mantiene la bola en la palma de la mano. Sin embargo, la mayoría de los espectadores asegura haber visto cómo lanzó la bola tres veces al aire y, en el último lanzamiento, se esfumó. Según Kuhn, esto sucede porque nuestro cerebro visual se anticipa, y nuestras mentes tienden a rellenar los vacíos. “Las expectativas alteran la percepción”, afirma Kuhn. De hecho, midiendo los movimientos reales de los ojos de los observadores, los científicos han comprobado que la mayoría de las personas mira la cara del mago, y los movimientos de su cabeza y su mirada, que son los que nos hacen creer que hay una tercera pelota en el aire.
Otro factor clave es la atención. Durante un espectáculo de magia, los ilusionistas suelen hacer “desaparecer” objetos que, en realidad, sólo son colocados en otra parte o lanzados al suelo sin que los espectadores se percaten. Los magos lo consiguen canalizando toda la concentración de los espectadores hacia un área determinada, mientras en el entorno cercano circundante donde se produce una "ceguera por inatención". Este fenómeno demuestra que aunque nuestro sistema visual percibe todo lo que sucede, la única información que llega a nuestro cerebro consciente es la que “selecciona” nuestra atención.
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