A lo largo del tiempo varias civilizaciones y culturas implementaron el ayuno como una forma de purificar el cuerpo y el alma. La abstinencia de alimentos sirve como una terapia que ayuda al cuerpo a recuperar energías indispensables, que reemplazan las células enfermas por células sanas. Además sirve para eliminar definitivamente las bacterias del organismo, las sustancias tóxicas que nuestro cuerpo ingiere. Lo que se logra entonces es un aumento en la capacidad defensiva del flujo sanguíneo.
Al principio cuesta un poco pero al promediar los dos primeros días de abstinencia, la sensación de hambre comienza a desaparecer. Esto se da debido a mecanismos psicológicos, y también a la acción del hipotálamo, que es el encargado de decirle al cuerpo cuando debemos comer.
El cuerpo humano es sabio. Luego de un lapso de tiempo en el cual no ingiere alimentos, se reduce la glucosa en la sangre. El cuerpo, entonces, extrae la glucosa necesaria de las reservas corporales que se encuentran en forma de glucógeno en las grasas y las proteínas. Cuando estas reservas se agotan reaparece la sensación del hambre. Entonces es el propio cuerpo el que determina hasta dónde podemos llegar con el ayuno.
Siempre hay que entender que el ayuno es una decisión propia de la persona que lo va a realizar. Pero hay que tener en cuenta que sólo debe realizarse para descansar el organismo y no como un hábito. Para lograr un resultado positivo y no alterar nuestro cuerpo durante el ayuno no deben ingerirse sustancias que pueden dañar el cuerpo como el café, el tabaco, alcohol y drogas.
Luego de realizado el ayuno el cambio no sólo se notará corporalmente, sino también en un estado interior acompañado por un aumento de la vitalidad.
Consejos a tener en cuenta
· Al igual que las dietas, el ayuno debe ser recomendado y controlado por un especialista, ya que es una práctica que no debe hacerse indiscriminadamente.
· Si durante el ayuno comienza a sentirse mal debe suspenderlo inmediatamente, retomando la ingesta de alimentos de manera gradual, nunca bruscamente.
· Durante la realización del ayuno es recomendable no realizar ningún tipo de ejercicio físico ni actividad deportiva ya que quemar grasas y proteínas implicaría tener que recuperarlos para evitar una descompensación.
· NO se debe ayunar en caso de padecer enfermedades como: tuberculosis, delgadez extrema, insuficiencia renal, cardiopatías graves, diabetes y miedo al ayuno.
Los 10 beneficios fundamentales del ayuno
1. Depuración del aparato digestivo. Durante el ayuno se evacuan aproximadamente 2,5 kg. de materia fecal y residuos acumulados en el intestino.
2. Limpieza de la sangre, los riñones y el hígado. Estos tres órganos acumulan muchas toxinas que ingresan a través de las bebidas, comidas y el ambiente que respiramos.
3. Desintoxicación de las células. Estas sustancias tóxicas se acumulan en las células del cuerpo. La única forma de limpiarlas es evitar el ingreso de las toxinas durante un tiempo determinado, mientras el organismo se ocupe de eliminarlas.
4. Pérdida de peso con poca o sin hambre. El cuerpo luego de pasar los primeros días llega a un estado de equilibrio donde no siente el hambre.
5. Desaparición de la retención de líquidos. El ayuno permite limpiar el aparato renal, eliminando los líquidos acumulados en los miembros inferiores y en el abdomen.
6. Renovación de la piel y el pelo. Al depurarse el organismo los tejidos como la piel y el cabello crecen de manera rejuvenecida, desapareciendo ciertas manchas y arrugas.
7. Mejoría de las funciones sensoriales. El ayuno mejora la visión, el olfato y el gusto.
8. Control de la presión arterial. El ayuno normaliza la presión sin necesidad de medicamento alguno.
9. Aumento de la lucidez mental. Ayuda a mejorar la memoria, la atención y la capacidad de concentración.
10. Aumento de la energía física. Con el ayuno se incrementa el vigor y la energía corporal.
Fuente: enplenitud