Llevaríamos nuestras costumbres a todas partes. Lo mismo que hacemos en nuestra tierra lo haríamos en cualquier otro lugar.
Vendieramos chichiguas en la torre Eiffel, hicieramos rutas de concho en Manhattan y otras partes, llenaríamos de motorístas la ciudad de "Las Vegas" y quien sabe que otras tantas cosas más. Hasta llenaríamos un avión de disparates como hacemos aquí con las guaguas que van al interior.
Quisiera escapar
Inicia el día, enciendo el vehículo y me dispongo a salir para iniciar mis actividades diarias. Abro la puerta de la marquesina y encuentro el carro del vecino bloqueando la salida, pero por suerte logro salir luego de tocar su puerta y pedirle educadamente que mueva su vehículo (media hora más tarde, cuando mis voces logran interrumpir su profundo sueño).
Recién llego a un semáforo me detengo porque acaba de cambiar a rojo, mientras veo unos 4 o 5 choferes que siguen cruzando despavoridos como si ese fuese su último chance, a la vez hay otro chofer detrás de mi, tocando bocina furioso porque por culpa de mi civismo no pudo cruzarse también en rojo.
Llego al negocio y alisto todo para empezar a vender agua embotellada, llegan los clientes y todo marcha bien, a excepción de algunos inconformes porque no llené su botellón hasta el tope (hasta que se bote) y a quienes tengo que acordarles lo agradecido que deben estar por recibir un botellón por sólo $15 pesos.
6:00pm, llega el momento de cerrar y regresar a casa. Tomo una ruta diferente para evitar algunos tapones. Acercándome al sector donde vivo me gano algunas malas miradas de unos tipos, quienes estaban disfrutando de mucha música y alcohol sentados ocupando gran parte de la calle. Caramba, que malhumorados se veían cuando tuvieron que pararse y recoger sus sillas para que yo cruzara.
Llego a mi casa y decido guardar el vehículo más tarde, cuando el vecino regrese de donde esté y mueba su carro que está otra vez bloqueando mi marquesina. Tranto de tomarlo con calma y me recuesto hasta que esté lista la cena. Cierro los ojos, empiezo a sentir el relajante sueño que me atrapa y "Boom" "boom" me espantan con un musicón.
Recupero la calma varios minutos más tarde, me abrazo de la poca paciencia que me queda, respiro profundo, traigo a mi mente pensamientos agradables que me tranquilisen y lo logro tras mucho esfuerzo.
Todo esto me desalienta mucho, me incomoda, pero lo más desagradable es el hecho de que talvez nunca cambie. A menos claro que me mude a un monte lejos de tantos humanos maleducados.
Son cosas que me hacen pensar que no soy de aquí, si fuera así, no me molestara tanto estas situaciones que son el pan de cada día en nuestra sociedad. Me siento prisionero en un lugar al que no pertenezco ni encajo, !Quiero escapar¡
Recién llego a un semáforo me detengo porque acaba de cambiar a rojo, mientras veo unos 4 o 5 choferes que siguen cruzando despavoridos como si ese fuese su último chance, a la vez hay otro chofer detrás de mi, tocando bocina furioso porque por culpa de mi civismo no pudo cruzarse también en rojo.
Llego al negocio y alisto todo para empezar a vender agua embotellada, llegan los clientes y todo marcha bien, a excepción de algunos inconformes porque no llené su botellón hasta el tope (hasta que se bote) y a quienes tengo que acordarles lo agradecido que deben estar por recibir un botellón por sólo $15 pesos.
6:00pm, llega el momento de cerrar y regresar a casa. Tomo una ruta diferente para evitar algunos tapones. Acercándome al sector donde vivo me gano algunas malas miradas de unos tipos, quienes estaban disfrutando de mucha música y alcohol sentados ocupando gran parte de la calle. Caramba, que malhumorados se veían cuando tuvieron que pararse y recoger sus sillas para que yo cruzara.
Llego a mi casa y decido guardar el vehículo más tarde, cuando el vecino regrese de donde esté y mueba su carro que está otra vez bloqueando mi marquesina. Tranto de tomarlo con calma y me recuesto hasta que esté lista la cena. Cierro los ojos, empiezo a sentir el relajante sueño que me atrapa y "Boom" "boom" me espantan con un musicón.
Recupero la calma varios minutos más tarde, me abrazo de la poca paciencia que me queda, respiro profundo, traigo a mi mente pensamientos agradables que me tranquilisen y lo logro tras mucho esfuerzo.
Todo esto me desalienta mucho, me incomoda, pero lo más desagradable es el hecho de que talvez nunca cambie. A menos claro que me mude a un monte lejos de tantos humanos maleducados.
Son cosas que me hacen pensar que no soy de aquí, si fuera así, no me molestara tanto estas situaciones que son el pan de cada día en nuestra sociedad. Me siento prisionero en un lugar al que no pertenezco ni encajo, !Quiero escapar¡
Suscribirse a:
Entradas (Atom)