Gracias al desarrollo de nuevos fármacos y procedimientos quirúrgicos es posible salvar la vida de un considerable número de víctimas de ataques al corazón, así como superar el daño resultante, siempre y cuando se reconozcan y traten rápidamente los síntomas - a veces vagos - que aquellos presentan.
Todos hemos oído decir que un dolor opresivo en el pecho es el síntoma por antonomasia de un ataque cardíaco. Esto se debe a que la mayor parte de las veces, eso es lo que ocurre. Sin embargo, en 15 a 20 por ciento de los casos los ataques no ocasionan dolor en el pecho, pero producen otros indicios de que la vida está en peligro, los cuales son mal interpretados o pasados por alto.
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El típico ataque al corazón obedece a que al menos una de las arterias coronarias se ha ido estrechando de forma gradual debido a la acumulación de colesterol y de plaquetas. Entonces se forma un coágulo en el espacio así reducido, el cual obstruye parcial o totalmente el flujo sanguíneo. Privado de alimentación, parte del músculo cardíaco se daña y comienza a morir. Al igual que cualquier otro músculo lastimado, el corazón envía al cerebro señales de sufrimiento, y este responde a través de las fibras nerviosas que producen dolor, lo que por lo general provoca la sensación de opresión en el pecho.
Pero a veces estas señales de dolor se confunden y pueden estimular nervios adyacentes además de los que llegan al corazón, o en vez de ellos. Así, por ejemplo, el nervio que controla el dolor en el corazón se ramifica hacia el estómago, el cuello y el brazo izquierdo. De esta manera, en lugar de producir dolor sólo en el corazón, las señales confusas pueden provocarlo en algún otro sitio.
Las consecuencias de estos síntomas mal localizados no podrían ser más serias. Sobran las razones para adoptar medidas inmediatas. El simple hecho de que los signos sean débiles no significa que se trate de un ataque leve o menor.
Hay tres indicios básicos que vuelven aconsejable tomar en serio los síntomas poco corrientes. El primero es cuando se intuye que algo anda mal, es decir, cuando el trastorno no se ha presentado con anterioridad o con tanta intensidad. El segundo, cuando no es momentáneo o pasajero. Y el tercero, cuando el malestar lo despierta a uno de noche y persiste más allá de unos cuantos minutos.
El dolor que se origina en el corazón por lo general no cede - ni empeora - con el descanso ni con un cambio de posición. Tampoco responde a los analgésicos, las compresas calientes o los masajes vigorosos. El dolor puede presentarse en forma espontánea mientras s está sentado, o puede comenzar durante la noche. Cualquiera de los dos casos es particularmente preocupante.
Los fumadores, los diabéticos, las personas mayores de 60 años y los pacientes con alta concentración de colesterol, con hipertensión arterial o con un historial familiar de padecimientos cardíacos, deben prestar especial atención a los síntomas "extraños". En todo caso, las mujeres y los jóvenes, en particular, tienden a pasar por alto estas señales. No creen que puedan sufrir un ataque cardíaco.
Las señales típicas de un ataque al corazón son:
- Sensación de opresión o dolor en medio del pecho durante más de dos minutos ("como si un elefante estuviera pisándole el pecho").
- Dolor que se extiende desde el pecho hasta el brazo izquierdo o hasta el lado izquierdo del cuello.
- Sudoración profusa, falta de aliento y fatiga, acompañadas a veces pro desmayos, mareos o náuseas.
Sin embargo, los expertos advierten que también deben prestarse atención a los siguientes síntomas, ya sea que se presenten juntos o por separado, con o sin dolor de pecho:
Indigestión
Como casi todos padecemos molestias estomacales de vez en cuando, con demasiada frecuencia hacemos caso omiso de la indigestión.
A diferencia del dolor de estómago común, la molestia en el abdomen debida a un ataque cardíaco rara vez provoca punzadas intensas, y el área no es sensible al tacto. Es más probable que la víctima se sienta "muy llena", hinchada, y puede experimentar un dolor sordo, una sensación de ardor o náuseas. Tomar un antiácido, eructar o defecar pueden proporcionar alivio parcial, pero por lo regular el malestar persiste.
La falsa sensación de indigestión en general ocurre cuando el daño se está produciendo en la pared posterior del músculo cardíaco, debido a un bloqueo de la arteria coronaria derecha. Los nervios que producen dolor en el estómago se encuentran muy cerca de los que inervan dicha pared.
Dolor en la mandíbula inferior
Se extiende por ambos lados de la mandíbula, y a veces por uno o los dos costados del cuello. En ocasiones el dolor se produce principalmente en el cuello.
Dolor en el brazo o el hombro
Aunque por lo común afecta el lado izquierdo, el dolor o la pesadez puede extenderse por los hombros hasta el brazo derecho. Rara vez se presenta sólo en este último.
Resulta difícil alza la extremidad, como si pesara más de lo normal. El dolor suele ser sordo, no intenso, y llega hasta la muñeca y los dedos. Casi siempre corre por la cara interna del brazo. Y no se puede decir exactamente dónde se localiza, como sucede con una herida.
A veces, los síntomas que se manifiestan en el brazo resultan misteriosos y confusos.
Falta de aliento
Algunas víctimas de ataques se sofocan y jadean cuando realizan un esfuerzo normal. Esta falta de aliento se describe a veces como "hambre de aire", y no desaparece con el descanso. La persona puede sentarse durante algunos minutos y aparentemente recuperar el ritmo normal, pero en cuanto reanuda la marcha se presenta de nuevo el sofoco. Este es un síntoma que con frecuencia se pasa por alto, en especial entre las personas mayores, quienes lo atribuyen a su edad.
Fatiga
La falta de aliento suele acompañarse de una fatiga que invade todo el cuerpo y no se constriñe a una zona. Si una persona se siente exhausta al subir por el mismo tramo de escaleras que antes ascendía sin problemas tres o cuatro veces al día, puede estar teniendo un indicio de un ataque cardíaco.
Hay que fijarse en lo que producía cansancio anteriormente. Si el cambio es muy notorio en poco tiempo, hay que consultar a un médico.
Atención
Es un hecho notable que hasta el 20 por ciento de los pacientes que han sufrido un ataque cardíaco "silencioso", aquel que pasa inadvertido, tuvieron síntomas previos que ni ellos ni sus médicos tomaron en cuenta. En efecto, muchos sobrevivientes informan haber sentido que "algo andaba mal" semanas, días u horas antes de que se produjera el ataque.
Si usted siente que algo no marcha bien, busque ayuda. Usted conoce su organismo. Sabe cuándo se siente "raro", y es quien mejor puede juzgar cuándo requiere ayuda.
Si usted o un conocido suyo padece cualquiera de estos síntomas, ¿qué debe hacer? primero, coinciden todos los expertos, obsérvelos con cuidado. Si los síntomas persisten más de 15 o 20 minutos, solicite asistencia médica, por leve que parezca la molestia o por avergonzado que se sienta al describirla. Se pierden vidas porque las personas temen dar una señal de alarma falsa. Póngase usted en manos de profesionales lo más pronto posible.
Hoy en día es mucho lo que se puede hacer para minimizar el alcance y las complicaciones de un ataque cardíaco, incluida la muerte. Pero los tratamientos modernos funcionan mejor cuando se aplican pronto. Doce horas son probablemente el límite; lo ideal es tratar al paciente antes de que pase una hora. Por desgracia, muchísimas gente no toma medidas en el momento oportuno y se cierra esa ventana de esperanza.
La mejor arma que tenemos es el tiempo. Si una persona reconoce oportunamente los síntomas iniciales y solicita ayuda médica a tiempo, las probabilidades de que tenga una vida larga y fructífera aumentan enormemente.