¿Le apetecería probar un melón sabor limón? ¿O fresas con cierto gustillo a plátano? ¿Y qué tal aliñar su ensalada con un aceite que sabe ligeramente a mango? Un equipo de bioquímicos de la Universidad de Texas acaba de hacer un descubrimiento que podría revolucionar nuestra mesa.
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En concreto, el doctor Raman y su equipo han conseguido manipular las enzimas del sabor en una planta, Arabidopsis thaliana, muy usada por los científicos por su relativa sencillez genética. Estas moléculas son comunes a otras plantas y producen jasmonato, la principal sustancia olorosa del jazmín, y volátiles de hoja verde o GLV, que proporcionan los aromas propios de las distintas frutas y verduras.
Además de deleitar a nuestros paladares, ambas sustancias son emitidas por las plantas para mantener alejados a los depredadores. “Si modificamos genéticamente la producción de los volátiles de hoja verde podemos cambiar el sabor de los alimentos a nuestro antojo, pero también controlar las plagas que afectan a los productos agrícolas”, explica hoy Raman en la revista Nature.
Según el investigador, en sus estudios cada sabor tiene un perfil químico único y diferente. Lo increíble es que ahora han demostrado que “es posible transformar cualquier enzima en otra diferente”, según palabras del investigador. Y en muchos casos, basta con cambiar un único aminoácido.
Raman y su equipo se disponen ahora a estudiar cómo se regula el sabor de los productos de origen marino.
Fuente: Muy interesante.