El cotidiano gesto de calzarse un par de zapatos tiene una antigüedad de al menos 40.000 años, según un estudio publicado en el número de julio de la revista Journal of Archaeological Science.
A esta conclusión han llegado han llegado Erik Trinkaus y Hong Shang, de la Universidad de Saint Louis (EE.UU.), tras examinar los huesos del pie de un esqueleto encontrado en una cueva de Tianyuan cerca de Pekín, en China. El individuo al que pertenecían los restos tenía una alteración en la forma de las falanges del pie propia de quienes utilizar zapatos habitualmente. En concreto, los dedos estaban menos encrespados que el de sus antepasados, que caminaban descalzos.
Según Trinkaus, cuando los humanos comenzaron a usar calzado sus pisadas se volvieron más débiles, posiblemente porque se redujo la necesidad de contar con estructuras óseas tan fuertes para mantener el equilibrio del pie desnudo.
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