Cuando en 2001 el Huracán Gabrielle golpeó Florida, los científicos observaron con sorpresa que los temibles tiburones de puntas negras (Carcharhinus melanopterus) se habían desplazado hacia aguas más profundas antes de que llegara la tormenta. Su secreto: unas células pilíferas en su sistema vestibular que les permiten percibir cualquier cambio de presión que se produzca dentro y fuera del agua.
En la Universidad de Aberdeen, en Reino Unido, una estudiante de biología marina llamada Lauren Smith está decidida a averiguar hasta qué punto estos y otros escualos son capaces pronosticar el tiempo. Para lograrlo trabaja con tiburones in situ en las aguas de las Bahamas, en el Laboratorio de Tiburones de la Isla Bimini, donde cuenta además con una potente cámara hiperbárica. Si Lauren está en lo cierto, en el futuro los científicos podrían anticiparse a la llegada de un frente meteorológico o una tormenta tropical observando simplemente el comportamiento de los tiburones en estado salvaje.
Fuente: BBFS Sharklab
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