¿Se casó Jesucristo? Según Michael Baigent, Richard Leigh, y Henry Lincoln, autores de "The holy blood and the Holy Grail", los propios Evangelios lo sugieren.
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Citan, en particular, el primer milagro importante de Jesús, la transformación de agua en vino en las bodas de Caná (Juan 2:1-13). Según la conocida historia, Jesús y su madre María fueron invitados -o «llamados»- a una boda campesina. Por razones que el Evangelio no explica, María pidió a Jesús que repusiera el vino, cosa que normalmente hubiese correspondido al dueño de casa o a la familia del novio. ¿Por qué iba a hacerlo, a menos que, en realidad, se tratara de su propia boda? Hay pruebas más directas que aparecen inmediatamente después de la realización del milagro, cuando «el maestresala de la boda llamó al novio y le dijo "Todos sirven primero el vino bueno, y cuando ya están bebidos el inferior, pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora".» La implicación es clara: la boda es la del mismo Cristo.
Si la suposición es correcta, hay que preguntarse: entonces, ¿quién fue la esposa de Cristo? Nuevamente, los autores tienen una respuesta. Las dos candidatas más obvias, después de leer los Evangelios son María Magdalena y María de Betania. Los autores suponen que esos dos personajes son en realidad una sola mujer, y que fue la esposa de Cristo. En los Evangelios apócrifos, que fueron suprimidos a principios de la historia de la Iglesia, se encuentran algunas confirmaciones de esta teoría. En el Evangelio de María, por ejemplo, Pedro habla a María Magdalena con estas palabras: «Hermana, sabemos que el Salvador te amaba más que al resto de las mujeres. Dinos las palabras del Salvador que recuerdes, que tú conoces pero nosotros no.» Después, Pedro se queja a los demás discípulos «¿Verdaderamente hablaba en privado con una mujer y no abiertamente con nosotros? ¿Debemos dar media vuelta y escucharla a ella? ¿La prefería a nosotros?» Más tarde, uno de los otros discípulos lo consuela: «Seguramente el Salvador la conocía muy bien. Y por eso la amaba más que a nosotros.»
El Evangelio de Felipe es aún más enfático: «Y la compañera del Salvador es María Magdalena. Pero Cristo la amaba más que a todos los discípulos y solía besarla con frecuencia en la boca. Los demás discípulos se ofendieron por esto y expresaron su desaprobación. Le dijeron "¿Por qué la amas más que a todos nosotros?" El Salvador respondió diciéndoles "¿Por qué no os amo como a ella?"»
Los autores señalan que, hacia el final de ese Evangelio, hay otro pasaje relevante que, para quienes estén dispuestos a aceptarlo como prueba, resuelve la cuestión: «Está el Hijo del hombre y está el hijo del Hijo del hombre. El Señor es el Hijo del hombre y el hijo del Hijo del hombre es el que es creado por medio del Hijo del hombre.»
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Citan, en particular, el primer milagro importante de Jesús, la transformación de agua en vino en las bodas de Caná (Juan 2:1-13). Según la conocida historia, Jesús y su madre María fueron invitados -o «llamados»- a una boda campesina. Por razones que el Evangelio no explica, María pidió a Jesús que repusiera el vino, cosa que normalmente hubiese correspondido al dueño de casa o a la familia del novio. ¿Por qué iba a hacerlo, a menos que, en realidad, se tratara de su propia boda? Hay pruebas más directas que aparecen inmediatamente después de la realización del milagro, cuando «el maestresala de la boda llamó al novio y le dijo "Todos sirven primero el vino bueno, y cuando ya están bebidos el inferior, pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora".» La implicación es clara: la boda es la del mismo Cristo.
Si la suposición es correcta, hay que preguntarse: entonces, ¿quién fue la esposa de Cristo? Nuevamente, los autores tienen una respuesta. Las dos candidatas más obvias, después de leer los Evangelios son María Magdalena y María de Betania. Los autores suponen que esos dos personajes son en realidad una sola mujer, y que fue la esposa de Cristo. En los Evangelios apócrifos, que fueron suprimidos a principios de la historia de la Iglesia, se encuentran algunas confirmaciones de esta teoría. En el Evangelio de María, por ejemplo, Pedro habla a María Magdalena con estas palabras: «Hermana, sabemos que el Salvador te amaba más que al resto de las mujeres. Dinos las palabras del Salvador que recuerdes, que tú conoces pero nosotros no.» Después, Pedro se queja a los demás discípulos «¿Verdaderamente hablaba en privado con una mujer y no abiertamente con nosotros? ¿Debemos dar media vuelta y escucharla a ella? ¿La prefería a nosotros?» Más tarde, uno de los otros discípulos lo consuela: «Seguramente el Salvador la conocía muy bien. Y por eso la amaba más que a nosotros.»
El Evangelio de Felipe es aún más enfático: «Y la compañera del Salvador es María Magdalena. Pero Cristo la amaba más que a todos los discípulos y solía besarla con frecuencia en la boca. Los demás discípulos se ofendieron por esto y expresaron su desaprobación. Le dijeron "¿Por qué la amas más que a todos nosotros?" El Salvador respondió diciéndoles "¿Por qué no os amo como a ella?"»
Los autores señalan que, hacia el final de ese Evangelio, hay otro pasaje relevante que, para quienes estén dispuestos a aceptarlo como prueba, resuelve la cuestión: «Está el Hijo del hombre y está el hijo del Hijo del hombre. El Señor es el Hijo del hombre y el hijo del Hijo del hombre es el que es creado por medio del Hijo del hombre.»
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